Triumph Thruxton 1200 R «Punto exacto»

Cuando los británicos lanzaron la anterior generación Bonneville, con un motor diseñado a principios del siglo XXI, sabían lo que hacían. Ahora llegan nuevos tiempos, y hemos aprendido nuevas palabras para reivindicar lo que antes simplemente reconocíamos como Retro; Vintage, Modern Classic, Cafe Racer, se han añadido a nuestro vocabulario habitual. Los eventos para motos nuevas o procedentes del pasado y convenientemente preparadas, se han multiplicado, y junto a un grupo de aficionados que quieren convertir cada unidad en un modelo único, hay otro al que simplemente le encantan este tipo de motos que combinan ese ayer que siempre fue mejor, con las posibilidades de los nuevos tiempos. 

Nueva por dentro

El gran cambio de toda la nueva serie de Triumph, que comienza con la Street Twin y acaba con esta Thruxton 1200 R es, sin duda, la llegada de la tecnología electrónica, que en los modelos anteriores brillaba por su ausencia. No es que este modelo tenga un equipamiento similar al de una superdeportiva, pero lo importante es que ahora el motor funciona bajo la batuta de una computadora mucho más moderna. Con acelerador de accionamiento electrónico y con él, la posibilidad de incorporar un sistema de control de tracción desconectable, a lo que se unen diferentes curvas de gestión del motor. El resultado, más allá de poder jugar con las diferentes posibilidades, es un motor realmente brillante en lo que se refiere a respuesta y suavidad. No sólo la electrónica es responsable de la inmensa mejora del propulsor, ya que además el cigueñal, que está aligerado, ofreciendo un pulso mucho mejor que el habitual de los motores, y además ha llegado también la refrigeración por agua, que se complementa con unas extensas aletas en las cabezas. Con pocas vibraciones en el mejora prácticamente todos los detalles en contra que tenían estas motos.

Buen armamento

En lo exterior, un chasis de Norton Manx actualizado. Los complementos son de primera categoría, con una horquilla invertida Showa de última generación completamente regulable, un par de amortiguadores firmados por Öhlins, lo que también es una garantía, que puedes poner a tu gusto en tres reglajes. Algo parecido ocurre con el resto de los complementos, con otras estrellas fácilmente reconocibles, como las pinzas Brembo M4 del tren delantero con estructura monobloque y anclaje radial. Pero más allá de los componentes foráneos, esta Thruxton está absolutamente repleta de detalles propios. La placa superior de la dirección, por ejemplo, tiene todo el aspecto de las clásicas de los años 60, la forma del depósito y el asiento, los semimanillares, el tapón de gasolina o la salpicadera delantera. Los espejos retrovisores están situados en los extremos de los manillares, una ubicación que en otras motos no hace más que complicar la vida a su propietario, pero que en esta moto no estorban tanto al pasar entre los coches y que proporcionan una buena visibilidad, ayudados por las casi inexistentes vibraciones del motor.

Traslación

La Thruxton es una moto que tiene todo el espíritu de aquellos años, y que funciona tan bien como una moto actual, mejor dicho, en muchos aspectos funciona mejor que la mayoría de las que puedes encontrar en el mercado. La posición no es tan radical como puedes pensar por la presencia de semimanillares y el asiento algo elevado. Es realmente estrecha en la zona media al disponer de un chasis de cuna clásico. Los estribos están bastante retrasados y el asiento te sujeta por la parte de atrás, dejando que te muevas sin problemas. A esto sumas que los espejos están lo bastante separados como para que veas perfectamente por ellos, y la impactante estética de la zona del cuadro de instrumentos para que desde un comienzo te sientas totalmente a gusto.

La posición te invita a usar la moto como una Cafe Racer, porque el manubrio bajo te permite agacharte contra el depósito y esconderte tras los relojes. Las suspensiones no sólo tienen calidad, sino que también cuentan con un rango de ajuste muy amplio. La propia Triumph te da unos parámetros realmente diferentes para cada regulador dependiendo del uso que quieras darla. De hecho, cuando los ajustas en los valores que se consideran como “sport”, los cierras tanto que casi los consideraríamos como de circuito. Lo bueno es que es realmente sencillo cambiar todo, incluso las precargas, que habitualmente son tan laboriosas. Si no te gusta cómo la ha quedado, te paras y prácticamente sin herramientas vuelves a cambiar lo que consideres oportuno en un instante, y además sin mancharte. La moto es lo suficientemente ligera como para que moverla no sea un problema, y con las suspensiones firmes, frenando siempre bajo control. Los Pirelli Diablo Rosso Corsa son tan pegajosos como deseas y puedes inclinarla sin temor.

Mil motos

Otra peculiaridad de la Thruxton es su capacidad camaleónica de cambio. Triumph ofrece 160 referencias de piezas especiales, de manera que la puedes cambiar de arriba abajo, incluyendo parte del motor, porque dispones hasta de un árbol de levas con mayor potencia, e incluso dos impactantes paquetes: Cafe Racer y Track Racer. La Triumph puede ser una moto más, o ser tú moto, única y personal, pero lo mejor de esta es que de cualquiera de las dos maneras es un modelo que impacta a propios y extraños, y que más allá de su aspecto, funciona no tan bien como desearías, sino mucho mejor. 

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