Triumph Bonneville Bobber “DIFERENTE”

La Bobber de Triumph, es quizá la que mejor cuida el gusto por la perfección. Ponerse a sus mandos, es verdadero placer, pero una cosa es cómo luce y otra cuando la ponemos en marcha, vamos a ver porqué esta británica es mucho más que una cara bonita. Cuando la vimos por primera vez, no negaremos que a todos nos pareció una moto arriesgada, una custom que quería romper moldes, con soluciones poco comunes y que apostaba por ser diferente, principalmente, por su tendencia a ser más una Modern Classic. Pero cuando haces una moto así el reto es conseguir que además vaya bien y ahí es cuando también hay que quitarse el sombrero, la Bobber es una moto amable y agradable de conducir.

Una de sus principales detalles es ese bonito asiento monoplaza terminado en aluminio cepillado. La Bobber es así y así tiene que ser. Es decir, no está homologada para dos personas por lo que no cabe la posibilidad ni física ni legal de llevar compañía. Es parte de su encanto, de esa filosofía de libertad e independencia que lleva en la sangre. Si quieres ligar con ella lo mejor es que le pidas un taxi a tu pretendiente.

Ese asiento único sorprende por ser mucho más cómodo de lo que parece, tiene un buen mullido, es regulable en altura y también sobre su eje longitudinal al poder avanzar y retroceder. La posición de conducción sobre la Bobber es bastante natural, los pies van especialmente atrasados para ser una custom y el manillar, prácticamente plano, no fuerza para nada la postura. No hay que detenerse demasiado en ella para ver que toda su parte trasera, también se sale de lo común. En Triumph han apostado por un basculante que asemeja ser completamente rígido, pero la realidad es que nos encontramos ante toda una “softtail”. Resulta curioso ver cómo toda la zaga se mueve con los baches y el asiento va flotando, anclado a la parte delantera de la moto.

EQUILIBRADA Y AGRADABLE

Algo que nos gusta es el sonido grave de su motor, una melodía bien sonora pero nada molesta que nos anima a abrir gas. Triumph hace uso del motor de la Bonneville T120 de 1,200 cc para dar vida a la Bobber, pero con los retoques necesarios para ajustarse a su nuevo cometido. Cuenta con un cigüeñal más pesado para conseguir más empuje en todo su rango aunque ello le haga perder cierta alegría en sus respuestas. Se muestra muy contundente entre las 2,000 y 3,000 vueltas, muy constante y firme.

Cuenta con dos modos de motor: Road y Rain. Los 76 HP que declara, hemos comprobado son más que suficientes para pasarla bien. Un motor suave, agradable, lleno, sin traqueteos ni tirones y con el que te sientes muy a gusto moviéndote en la parte baja de sus revoluciones. Es muy dosificable, pero por si acaso la cosa se complica sobre caminos deslizantes o en mal estado, Triumph lo ha equipado con un efectivo control de tracción para que el agarre de la rueda trasera esté siempre garantizado.

La Bobber es muy fácil de disfrutar, entre la bajísima altura de su asiento a sólo 690 mm del suelo, su bajo centro de gravedad y las bondades de su motor estaríamos hablando de una moto perfectamente apta para todos los públicos. Al ser tan baja, parece más larga de lo que es pero en realidad no es así, 1,510 mm de distancia entre ejes, por lo que no es una moto torpe de movimientos como podrías pensar en un primer momento. Aguanta muy bien los ritmos rápidos y enlazar curvas se convierte en un verdadero juego de niños, simplemente ten en cuenta que aunque los estribos no rozan a la primera sí es verdad que hacen su aparición en cuanto te emocionas un poco.

CUSTOM A LA INGLESA 

La parte ciclo confía la suspensión a una horquilla delantera convencional cubierta por fuelles y un amortiguador trasero situado justo bajo el asiento. Los recorridos son cortos 90 y 77 mm respectivamente, aunque en ambos ejes ofrece un excelente compromiso entre firmeza y confort, sí es verdad que un recorrido más largo en el amortiguador trasero no habría estado de más, así se podrían llevar mejor esos baches que aparecen sin avisar y que nuestro cuerpo recibe con demasiada facilidad.

Por otro lado, para detenerla se encarga un solitario disco delantero de 310 mm y otro trasero de 255. Como buena custom la frenada no brilla especialmente por su potencia y no es mala idea llevar más de un dedo sobre la palanca por si de verdad necesitamos parar rápidamente, no es una moto con grandes inercias a la que le cueste detenerse a la hora de la verdad, el ABS de serie, no resulta nada intrusivo.

Es una custom, sí, pero perteneciente al segmento de las Modern Classic.

PRIMERA IMPRESIÓN

La Bobber es una de esas motos con las que a uno le gusta presumir, es imposible pasar desapercibido con ella. Cuando la ves te entran ciertas dudas sobre si es una moto que también cautivará en marcha o sólo al verla en parado, pero lo cierto es que además de bonita, la Bobber es realmente agradable de conducir. Da gusto ver el excelente nivel de sus acabados, donde cada detalle está cuidado y diseñado con mimo. Es una moto que sólo podrás disfrutar en solitario, eso sí, pero si no te importa ser egoísta el empuje de su motor y la suavidad de su comportamiento compensarán todo lo demás. Su precio ronda los 230 mil pesos, la sitúa entre las Bonneville T120 y las Thruxton. Además, si no te parece ya una moto lo suficientemente especial y quieres hacerla aún más única, Triumph ofrece más de 150 accesorios originales con los que personalizarla a tu antojo.

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