Triumph Bonneville T100 “CLÁSICA INMORTAL”

Como se suele decir, “al buen entendedor, pocas palabras”. La estela dejada por Triumph desde la aparición de la primera Bonneville de la nueva era ha sido motivo suficiente como para aumentar la familia cada temporada desde entonces. Pero lejos de centrarnos en toda la gama, ponemos ahora el foco en la nueva T100, más en concreto en la versión “estándar” por denominarla de algún modo, ya que existe otra T100 bajo el apellido Black, donde cierto color es el protagonista.

Sin embargo, a esta T100 no le hace falta ningún guiño para atraer la atención. Podemos hacerte un largo listado de piezas especiales y gadgets que trae de serie esta Triumph, pero supongo que eso lo puedes ver en cualquier parte… Basten unas pocas palabras para situarla sobre el papel: convierte lo clásico en moderno, transformando en fiable aquello que necesitas que nunca falle. En la T100 rara vez lo hará, cabe destacar puntos clave como su iluminación trasera por LED, el cuadro de instrumentos con doble parcial, nivel de gasolina, marcha engranada con consumo y autonomía, los frenos equipados con ABS por normativa o la inyección electrónica.

Aquí lo que importa son dos cosas: que la moto es preciosa, entre otros detalles por conseguir aparentar montar carburadores en vez de la preceptiva inyección, o un depósito con cierre único por rosca de claro aspecto clásico, y por otra parte lo interesante es saber si dicha mezcla se queda en mera anécdota o realmente funciona de verdad sobre el terreno.

AUTÉNTICA BONNEVILLE

Los grandes mitos se forjan con el paso del tiempo. Eso es lo que ha logrado  Triumph con la Bonneville y la T100 no es más que una extensión de ello. Antes de subirte, sólo con verla sabes lo que te espera. Se trata de una de esas motos que recuerdas un poco en blanco y negro. Al pasar la pierna por encima del asiento te das cuenta de que no tienes que subirla demasiado, o que incluso no necesitas agarrar el manillar para mantener el equilibrio, simplemente porque la altura del asiento en cuestión es relativamente baja. Nada de dobles alturas o asas de pasajero traicioneras para tus espinillas… entre otros detalles, porque no existen. La línea plana del cuero y la ausencia de asidero para el acompañante tienen sus connotaciones positivas, pero otras no tanto.

De hecho, esta moto debería ser una de esas opciones tranquilas y relajantes para pilotos que buscan compartir el placer de conducir con un acompañante. Un error según se mire: por un lado, efectivamente es más que recomendable practicar una conducción tranquila, ya que motor y ciclo te lo ponen en bandeja, pero si necesitas adelantar en una carretera de doble sentido y “tiras de motor”, verás que luego hay que parar la velocidad que es capaz de alcanzar este bicilíndrico de casi un litro de capacidad, y lo cierto es que el único disco delantero no se encuentra especialmente capacitado para ello. Tampoco el doble amortiguador trasero. La escasa progresividad de su rendimiento queda en evidencia con molestos topes que llegan directamente a la espalda de ambos ocupantes. Pero sin duda lo más práctico es no buscar las cosquillas donde no debas.

Mientras ruedas tranquilamente por tu ciudad, la T100 es simple y llanamente una moto deliciosa sin discusión; incluso esos baches que atemorizan al pasajero apenas se dejan notar rodando en solitario. La horquilla cumple en cualquier circunstancia con un tacto suave y más progresivo de lo esperado, caso opuesto a lo demostrado por la pareja trasera. Mientras tanto, otros puntos clave en una moto de paseo como el tacto del cambio y embrague mantienen la línea dibujada por la horquilla. Todo es dulzura y buen hacer. Ahora bien, si lo que te gusta es subir cada velocidad sin tocar el embrague, aprovechando el par del bicilíndrico y a un régimen en el que ni siquiera necesites acariciar la palanca izquierda, aquí te resultará “dañino”. Lo que más nos llamará la atención, una vez que salgas de ciudad, es la alegría con la que afronta las salidas a carretera abierta tan deseadas por los motoristas.

No estamos hablando de buscar la zona roja del cuentavueltas entre curvas, sino simplemente gozar de lo extraordinariamente delicioso que resulta su tacto general. Las vibraciones del motor son perceptibles, pero no molestas. El calado del motor es, sin lugar a dudas, el más adecuado no sólo para ser disfrutado como merece, sino también para arrojar esa brizna de exclusividad que tanto se valora hoy día.

HERENCIA EVIDENTE

La posición a los mandos es el mero reflejo de su intención vintage: manillar alto, asiento relativamente bajo y posapies en una posición intermedia, ni retrasada ni adelantada, consigue que los kilómetros caigan sin que apenas te des cuenta. Viajar con ella no es descabellado, ni disfrutar en un puerto de montaña. Con estilo.  Si esperas una moto tranquila, tal vez aburrida, te equivocas. La electrónica o la refrigeración líquida han obrado maravillas en una moto que tiene de clásica lo que su aspecto te indique; bien es cierto que aquellos puntos que han decidido mantenerse como entonces, me refiero al juego de amortiguadores traseros o el tapón de gasolina sin bisagra, condicionan el resultado final en ciertas situaciones.

Sólo si ruedas con pasajero o en carreteras en mal estado, buscarás más progresividad atrás, pero si te mueves por ambientes ciudadanos, reposado y convencional, la Bonneville T100 resulta tan agradable de conducir que lo demás es secundario. Eso sí, al echar gasolina el tapón se te caerá, casi, casi seguro.

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