NI UNO NI DOS… ¡TRES! By FRANCESC BOZZO  

La mayoría de trabajos siempre llaman la atención por modificaciones más o menos elaboradas de la parte ciclo de las motos, aplicando también casi siempre mejoras al motor. En este caso, la obra de Francesc Bozzo, se trata sobre un cambio distinto, donde el hombre a cargo del proyecto ha sido capaz de crear un motor propio de tres cilindros partiendo del de una Suzuki DR 50 y modificando tantas piezas de la parte ciclo que sería injusto calificar a esta pequeña maravilla de la mecánica de simple “preparación” cuando lo más justo será definirla como “creación”. 

Son muchos los que opinan que la fórmula de los tres cilindros corresponde al ideal para un motor de motocicleta. Unas dimensiones compactas y la combinación de par motor y estirada a altas vueltas de los propulsores de dos y cuatro pistones, hacen que este esquema sea cada vez más elegido por los grandes fabricantes, con una mayor o menor presencia en sus catálogos. 

Pero la idea no es en absoluto nueva y, salvando la excepción de las Triumph Trident, tuvo su primer gran auge popular a principios de los 70 con las Suzuki y especialmente, las explosivas Kawasaki 500 y 750 de 2T, consideradas aún hoy en día como el paradigma de la moto deportiva salvaje y sin concesiones. Estas, además de la BYRA 525 con base OSSA 175 de los hermanos Batlló, fueron la fuente de inspiración para que Bozzo, un apasionado de la mecánica y de la marca del trébol, emprendiera el proyecto de su vida: ¡crear su propio motor!

MUCHAS GANAS Y POCO DINERO

Dado que los medios, tanto económicos como técnicos eran limitados, nuestro hombre encontró su base ideal en la sencilla Suzuki DR 50 Big de su hijo, que dormía abandonada el sueño de los justos en el garaje de casa. Aquel motor iba a ser el núcleo central del “tri”, aprovechando el conjunto de cambio y embrague y añadiendo un cilindro más por cada lado. Estos se consiguieron de enormes motores de deshuesadero, pero obviamente el gran reto fue lograr el óptimo acoplamiento de los cigüeñales para conseguir un motor calado a 120°.

Todo ello, con mucho ingenio, trabajo y la ayuda entre otros del taller de mecánica de precisión Smiter y del técnico francés Robert Ayollan, creador de la réplica de la OSSA monocasco de Santiago Herrero, se consiguió el gran milagro: hacer girar con éxito el tricilíndrico. La parte eléctrica para sincronizar el encendido de las tres bujías no fue tampoco nada fácil, pero finalmente, y esta vez con la colaboración del técnico electricista Alex Teixidor, quien fabricó un relevador y una bobina especiales para este inédito motor, todo acabó funcionando a la perfección.

El depósito es de una Honda NSR 80, mientras que la horquilla y las ruedas provienen de una Honda NS1

Lo mismo sucedió con el tacómetro, que gracias al interés de Eugenio, de relojes Mondéjar, se encontró uno que se adaptara al tricilíndrico. Una vez superado el gran desafío, había que “darle forma de moto” y esto se logró gracias a “donaciones” de otras motos y diversas piezas de fabricación propia, con el impecable resultado que puedes ver.

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