«LA ROCA» BMW R 100 RS

 

Una pista de tierra nos lleva hasta el taller de Nomade Cycles, en un escenario natural que contrasta con el mundo de las motos urbanas, aunque ellos tienen mucha influencia del off road y todo encaja cuando vas conociendo sus creaciones. Nada mejor para explicar su filosofía que su manifiesto “Agro for the livin´”: es una declaración contra lo convencional a través de la espontaneidad activa. Dentro de todos nosotros existe otro ser que busca constantemente la diversión y el riesgo, que huye de lo aburrido y del conformismo.

Roberto nos recibe en el taller y nos lo abre como si fuera nuestra casa, al rato estamos con una cerveza sobre la barra del bar que tienen, escuchando su interesante visión del mundo de las moto personalizadas. Hay un equipo de cinco personas, entre mecánicos y diseñadores que dan vida a todas las creaciones que salen de este peculiar taller. Vamos viendo todo lo que hay en los bancos de trabajo, la Bestia promete, pero por ahora está solo el corazón bóxer y algo del tren delantero. Cada moto tiene un toque especial y una historia detrás, lo mejor es conocerla antes de probarla.

La BMW R 100 RS “La Roca” también la tiene… El propio Roberto nos cuenta que encontraron una R 100 RS de 1982 que estaba bien de precio y con la que sabían que se podían hacer cosas interesantes. Ya sabes que somos muy “agro cycles”, muy de campo, así que ésta encajaba con el perfil scrambler que le queríamos dar. Lo bueno es que son motos que se pueden utilizar en ciudad con el manubrio ancho y que si un día vas de viaje y te calientas te permite meterte por un camino. La idea es mejorar de alguna manera lo que la marca hizo en su día, con lo que trabajamos en suspensiones, motor, geometrías y posición de conducción. Se trata de hacer un estilo propio pero que también funcione bien.

Aunque también preparamos Cafe Racer y street style, no sólo scrambler. La sorpresa con esta moto llamada “La Roca” llegó al abrir el motor en el taller; estaba muy mal de mecánica, así que había que trabajar duro. Como dice el propio preparador: cuando las abres es como operar a un hombre de cien años, todo lo que tiene dentro está tocado, bielas torcidas, pistones desgastados… Así que el trabajo empieza en restaurar el motor y devolverle la juventud. De hecho la compresión ha aumentado hasta 9,9:1 después del repaso que le han dado al bóxer. El trabajo en la parte exterior es sin duda el que más atención requiere, el equipo de Nomad Cycles piensa primero cómo serán el depósito y el manubrio, que son los puntos clave del diseño. En este caso, como era una moto de “batalla”, quisieron que eso quedara reflejado en el depósito, que es el original pulido para dejar a la vista todas esas marcas de guerra que ha ido sufriendo. Además de los golpes, como dice su creador, que se aprecian en la superficie se le ha dado la vuelta a los logos de BMW y se ha puesto un nuevo tapón, pero lo mejor es que se deja que solo la parte superior se vaya oxidando y se mantienen pulidos los laterales, lo que da un efecto visual muy potente cuando estás arriba de La Roca.

Esto se remata con la geometría del subchasís, que se lleva a la mínima expresión. Se cortan y se doblan tubos, en un proceso en el que se utiliza un sistema de láser y el diseño en 3D por computadora. La parte trasera tiene que ser limpia y seguir las líneas del resto de la moto, que no parezca hecha por pedazos, como se puede ver en el estrecho asiento de fabricación propia y en el subchasís vacío, que queda muy limpio, ya que la batería se ha recolocado en la parte trasera del motor y el sistema eléctrico se esconde. Un estilo que pusieron de moda los Wrenchmonkees de Copenhague. El asiento pequeño y esa parte trasera mínima le da grandeza al diseño. Además, al ser estrecho se maneja mucho mejor. Pero toda ella está salpicada de pequeños detalles que tienes que ir viendo con atención y que encierran parte de su personalidad.

Lo bueno es que antes de empezar Roberto dice: a mí lo que me gusta es que prueben mis motos, están hechas para montar en ellas, no sólo para hacerles fotos. Si te caes, no te preocupes que lo aprovechamos para darle otra personalización. Buena onda, nada mejor que tener el beneplácito de su dueño. Lo mejor es que el botón de arranque es un pequeño pulsador ubicado en la caja del filtro, también en la parte trasera del motor. Lo pulsas como quien toca el timbre y en lugar de la voz del dueño de la casa, escuchas el profundo sonido de los dos cilindros a través de unos silenciadores tipo megáfono, con un nivel más alto pero no excesivo. El primer golpe de gas viene acompañado del habitual balanceo del motor y de la moto, producido por la inercia del cigüeñal transversal, algo que ha sido la seña de identidad de estas motos durante casi 100 años. Poco después ralentiza con normalidad y suena como una orquesta bien entrenada.

Primera, un poco de gas y la moto sale volando por la puerta del taller. Encanta. Aterriza suave y se mueve muy bien, no parece que tenga treinta años… Los nuevos carburadores funcionan muy bien y el tacto del acelerador te hace disfrutar en cada apertura. Por los caminos de tierra que rodean el taller puedes ir derrapando como si fueras en una trail actual, pero tus ojos te dicen que estás haciendo algo raro cada vez que miras al pequeño reloj que hace de instrumentación, al plano manubrio y al depósito pulido. Eso hace que combines tu atención en la carretera con la de los detalles de lo que llevas en tus manos. Es una sensación diferente la que transmite esta moto, incluso el tacto de las palancas, como las que se utilizaban antes en las carreras, que al no tener la bomba de freno en el manubrio queda totalmente retro. El freno no es tan potente pero tampoco te pide ir presionando como un loco y eso que las suspensiones, con nuevos muelles, aceites y valvulados, funcionan. La idea de scrambler y street style pero con el sabor añejo que tiene esta R 100 RS es el secreto de la creación. Es una moto “vieja” pero no una “fumada” y, como dice su creador, te puedes ir a África con ella.

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